martes, 26 de febrero de 2008

Moly y la Cuca contra los fantasmas.

Mentira, no me aliaría con una cuca ni que mi vida dependiera de ellos =S

"Papel", por Magali Salinas.
Domingo, noche, oscuridad. Moly sola en la cocina.
Ella dejó su escondrijo y acechaba, silenciosa. Las alparguachas de Moly descansaban en el piso. Cuando ella se acercó, a Moly le pareció que se le salía el corazón. Ahora era personal.
Mientras se refugiaba en la silla, acurrucada con las rodillas entre los brazos, pensaba métodos de eliminarla sin contacto físico o con el menor posible.
Mientras debatía con él por MSN, cada vez la desesperación la atacaba más. Le estaba ganando, no lo podía permitir.
Ideó toda la estrategia.
"Hacemos esto, cuando vaya para la puerta, que es el punto más alejado de la cocina, corro a buscar el Raid en el bajomesada. Tengo que hacer todo antes de que vuelva para este lado, le tengo estudiado el recorrido. Si lo encuentro bien, sino, tendré que hacer 2 viajes."
Cuando se hubo cumplido su predicción, de que la dichosa iba a ir a la puerta, juntó valor y salió corriendo. En cuestión de segundos registró todos los lugares donde la salvación podría estar. Pero al no encontrarla, abatida por la desilusión, perdió tiempo pensando otra solución. Ella venía, Moly se bloqueó. No podía moverse, ella la acorralaba. Tenía que escapar, tenía que pasar por ese lugar, pero cómo? Era firmemente custodiado por la inquieta criatura, ahora inmóvil.
Y lo vió. Ahí estaba, como iluminado por los dioses del Olimpo, como aparecido por arte de magia, como robado del paraíso. El diario del día anterior.
Pasó todo a la velocidad del rayo. Moly tomó el diario, y en cuanto la criatura se distrajo, pasó volando por al lado de ella volviendo a su silla-refugio.
"Fui. No encontré Raid ni nada parecido, sólo Blem. Pero me traje un arma poderosa. Me traje el DIARIO. Entonces como me da mucho asco matarla con el pie, cuando pase por acá al lado le tiro el diario encima y le salto."
Él se fue, y ella quedó sola, sin apoyo logístico ni moral. Sóla con su miedo, o con su valor. Pasaba una y otra vez, pero nunca por al lado. Era como si supiera. Dicen que algún día nos van a dominar. No lo pienso permitir, sin embargo, no dudo de su inteligencia. Era como si pudiera leerle la mente.
Pero se descuidó, y Moly pudo finalmente terminar con su macabro plan.
Cuando nadie lo esperaba, el suplemento iEco del Clarín descansaba sobre el enemigo. Y sin pensarlo, el pie de Moly terminó el trabajo. La prueba: el ruido y la sensación de haber reventado algo viscoso.
Un verdadero asco, y una verdadera satisfacción.
FIN.

Por supuesto que no me animé a mirar abajo, mucho menos a juntarla. Asique a quien haya cumplido esa arriegada labor (cuando me levanté al día siguiente ya no estaba) le pido disculpas, y a la vez le agradezco.

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