martes, 30 de septiembre de 2008

Corazón delator (Edgar Allan Poe)

("The Tell-Tale Heart".
Texto sacado de: Cuidad Seva.
Traducción por Julio Cortázar.
Lo leí por primera vez hace, fácil, 5 años, y cada vez que lo leo de nuevo termino igual de sorprendida, agitada y encantada que la primera vez.)

¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.

Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.

Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.

Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.

Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:

-¿Quién está ahí?

Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.

Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.

Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.

Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.

Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.

¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.

Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.

Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.

Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!

Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?

Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.

Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.

Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.

Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!

-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!

FIN

domingo, 28 de septiembre de 2008

A quien corresponda..

..Y hoy aunque llueva y yo no esté de humor,
Sé que vas a estar siempre ahí dentro de mí,
Empujándome a seguir, levantándome si caigo,
Viendo luz aun si muere el sol..
[Vivir a conciencia esta lección? - LPDA]

1. Aunque no lo sepas y aunque no sepas que ésto es para vos, gracias, porque sos como un escape de la realidad, y porque me encanta estar con vos y a veces hasta me gusta extrañarte porque es lindo cuando volvés. Y porque "aunque yo no esté de humor, siempre estás ahí" y me hace bien saber que tengo una persona así, tengas el título que tengas te quiero muchísimo ("corazón, es tan fácil quererte, con o sin razón, no me animo a perderte..") y el resto no me interesa demasiado.

2. Aunque ya lo sepas, porque te lo dije hace un ratito, pero no vayas a leer ésto, porque vos sos así, también miles de millones de gracias, porque tenés siempre las palabras justas que necesito escuchar (que no son siempre las que QUIERO escuchar), y me hace bien esa opinión y tu forma de decirmelas. Y porque estás hace mucho y porque tengo la sensación de que siempre vas a estar, y yo igual. Te amo mucho mucho eh, lo sabés.

Gracias. (Hay muchos gracias más, un 3, un 4 y un 5 que realmente lo merecen, pero no se bien que decir.. y un par de términos que desentonan, pero yo entiendo bien lo que quise decir cuando escribí una y pensé otra. Todo no se puede, todo no entra, el resto es muy obvio. Yo entendí, así me alcanza.)

domingo, 14 de septiembre de 2008

Muchas cosas..

(Se, como la canción)..

Eeeeeeehh buenos días, tardes, noches, no se ni que hora es. Sólo se que recién me levanto y me dieron ganas de aparecer por acá, admito que lo tengo un poco colgado, algo de 2 semanas sin dar señales de vida?
He estado muy ocupada (rascandome la nariz(?)),. No, en serio, estoy dedicandole más tiempo a la vida y a las siestas que a sentarme y escribir.. Que de todas formas, me hace falta algo de inspiración, y algo de misterio, y algún tema nuevo, porque ya mi monotematez (no me interesa como se diga realmente XD) me aburre.
He incursionado también (en algunos tiempos verbales nuevos, jajajjajajaaa) en escribir cartas que no son entregadas a sus destinatarios como forma de descarga cuando el problema es con alguien en particular, y como la idea es que no sean leídas (si, es raro eso de escribir para que nadie lea, pero soy de hablar sola tambien y nadie escucha, asique porqué preocuparme ahora?), por ende no las transcribo ni las publico.

Fuera de eso, le estoy dedicando más tiempo a la fotografía y al huevo, =P
Y al conventillo un poco, aunque lo lamente demasiado.. Pero eso calculo que es tema para otro post, x)

Al respecto de cosas sueltas que puedo comentar, tengo la imperiosa necesidad de robar un banco urgentemente, o seeeeea que si alguien tiene las mismas intenciones que yo o gustaría de ser mi cómplice, saben donde encontrarme.. jajajaja (Zeus, espero no tener que aclarar que lo digo bien en serio pero es una joda! ¬¬)
De todas formas aquel que quiera regalarme $35, (o en su defecto 65) o LO QUE PUEDA, 10 centavos, lo que sea, me sirve y estaré muy agradecida =) (es por una BUENA CAUSA! jajajaja)

También estoy teniendo sueños raros en los que una veterinaria y una agencia de viajes funcionan igual, y en los que quiero "visitar diversos cursos de agua," en éste caso las Cataratas del Niágara.. o en los que cocino un tipo de paella que lleva jamón, huevo frito y choclo.. En fin, prometo dejar de usar alucinógenos antes de irme a dormir, en serio.

Y no sé, estoy fanatizada con las historietas de "Mamá soy flogger" (ver mis linkss) y me quedé sin pilas en la cámara. Me voy a hacer tarea de inglés, y a abrirle la cabeza a un par de gentuzas, que se enteren. (?) Esto último creo que lo entendí yo sola.

(Jajajaja pos data, o post script, o pos operatorio (?): Pola querida si lees esto, remember the 5th of November, no, digo, remember me que te tengo que contar algo feliz =) jajajajaja)
Los amo a todos, no se pélien.
Moly =)

lunes, 1 de septiembre de 2008

Take a pic!

Hace un par de días haciendo un trabajo para el colegio sobre tipos de planos cinematográficos, encontré un blog sobre fotografía que tenía un cursito de 36 clases, con las bases de la fotografía que todo fotográfo profesional o aficionado debería saber, más algunos trucos e ideas para practicar, consejos sobre que cámara conviene según nuestras intenciones o preferencias =)
Como en el momento no tenía tiempo (ni ganas) de ponerme a revisarlo, me guardé la dirección en un borrador para cuando pudiera darle bola.
El domingo a la tarde estaba aburrida y me acordé que lo había guardado, asíque me puse a leerlo.
Las primeras clases son bastante teóricas pero esta interesante empezar de cero, sobre todo para algunos (como yo) que sacamos fotos al voleo, sin ningún tipo de técnica definida, pero que queremos aprender ^^

La cosa es que el domingo me lei algo de las 9 primeras clases, ayer llegué a la 16 sino me equivoco, y hoy le pegué derecho hasta la 25, jajaja la más bestia. Estuve practicando también, haciendo experimentos con la exposición, los valores ISO y que se yo que otras giladas, y de 160 fotos que llevo sacadas (jajaja se nota que no tuve clases?) no me salió ninguna bien XD a mi criteeeerio. Pero acá dejo un par de muestras, paara darle algo de vida a este blog que lo tengo medio abandonado desde la creación de Lettuce.


Boludeando con la velocidad de obturación (creo que era eso) y el flash. Tenía la cam apoyada sobre una pila de casettes x)


Otra jodiendo con la velocidad de obturación, combinado con el macro (?


Jodiendo con el balance de blancos y la exposición. La primera en Flourescente, la segunda en Tungsteno, sobreexpuestas ambas porque sino se veía el patio de los vecinos y no me gustaba jajaja


Intentando dar importancia a diferentes elementos de la foto (faaa, creete algo) jugando con el contraste y el tiempo de exposición. Primeros intentos de uso de trípode =)

Otra con el trípode jajaj fucking flores amarillas, nunca logro que algo de ese color me salga bien ¬¬

La casa de enfrente, con trípode desde el balcón, hace un ratito. La primera creo que tenía el ISO en 80, sin zoom y sin ningún cambio raro en el resto de las cosas. En la segunda tenía el zoom óptico hasta las bolas, modo blanco y negro, y creeeeo que 4 segundos de exposición (lo más que da mi cam).

Haciendome la pro con el trípode =P aajajaja

Los tamaños están todos reducidos porque sino como que eran muy enormes la fotos, vio? Si alguien por algún motivo extraño e injustificado las quiere en grande, me avisa y leeeeeesto.
Ah, ya que estamos dejo la dire del curso =) así mami deja de pedirmela y así le sirve a alguien, (?)

- Clases 1 a 7
- Clases 8 a 16
- Clases 17 a 26
- Clases 27 a 37

Y siguen agregando asique atenti ^^
Suerte en sus vidas, y feliz cumpleaños a Gloria Stefan (???????) jajajajaa