Lo habíamos leido en el colegio (me acuerdo que me caía re bien la profe que teníamos en literatura ese año! Se llamaba Alejandra y nos enseñó una bocha sobre mitología griega y también leíamos cuentos de terror o suspenso) y me quedó grabado el título y no me acordaba bien de que se trataba.
Hoy hace un ratito buscando otras cosas, leí en mi cuaderno (que uso como una suerte de ayudamemoria para cosas que tengo que hacer, y cosas que tengo que recordar, y porqué no, cosas que tengo que postear) un apuntecito que decía "Mera Sugestión" en un margen. Y lo busqué.
Y no sé, tengo ganas de postearlo, asíque lo dejo acá.
Si hago tiempo hoy pongo algo sobre como me fuee en Neco y alguna boludez más. Mientras, disfruten el cuentito ;)
(P.D.: Es de un tal Fernando Sorrentino, nunca lo había escuchado nombrar, pero allá él).
Mis amigos dicen que yo soy muy sugestionable. Creo que tienen razón. Como argumento, aducen un pequeño episodio que me ocurrió el jueves pasado.
Esa mañana yo estaba leyendo una novela de terror, y, aunque era pleno día, me sugestioné. La sugestión me infundió la idea de que en la cocina había un feroz asesino; y este feroz asesino, esgrimiendo un enorme puñal, aguardaba que yo entrase en la cocina para abalanzarse sobre mí y clavarme el cuchillo en la espalda. De modo que, pese a que yo estaba sentado frente a la puerta de la cocina y a que nadie podría haber entrado en ella sin que yo lo hubiera visto y a que, excepto aquella puerta, la cocina carecía de otro acceso; pese a todos estos hechos, yo, sin embargo, estaba enteramente convencido de que el asesino acechaba tras la puerta cerrada.
De manera que yo me hallaba sugestionado y no me atrevía a entrar en la cocina. Esto me preocupaba, pues se acercaba la hora del almuerzo y sería imprescindible que yo entrase en la cocina.
Entonces sonó el timbre.
—¡Entre! —grité sin levantarme—. Está sin llave.
Entró el portero del edificio, con dos o tres cartas.
—Se me durmió la pierna —dije—. ¿No podría ir a la cocina y traerme un vaso de agua?
El portero dijo «Cómo no», abrió la puerta de la cocina y entró. Oí un grito de dolor y el ruido de un cuerpo que, al caer, arrastraba tras sí platos o botellas. Entonces salté de mi silla y corrí a la cocina. El portero, con medio cuerpo sobre la mesa y un enorme puñal clavado en la espalda, yacía muerto. Ahora, ya tranquilizado, pude comprobar que, desde luego, en la cocina no había ningún asesino.
Se trataba, como es lógico, de un caso de mera sugestión.
Jajaja no se que onda, a mi me gusta medianamente, he leído cosas mejores pero es un buen recuerdo que creí perder y encontré de la manera más loca.
1 comentario:
Que coincidencia. En el 2006 la profe de lengua nos hizo leer un cuento de este mismo chabón un mosquito que lo tenía preso en su propia casa. La verdad me pareció un cuento pedorro, aunque gracioso. Este parece ser mejor al menos :p
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