jueves, 16 de julio de 2009

19/1

Y hoy lo leo y no cambió nada, y todo a la vez. Tenía una duda importante que me terminé confirmando: me enamoré de esa vida paralela y de todos (si, todos) sus protagonistas. Tenía otra, que cambió el rumbo a todo lo que tenía como certero. De repente se cayeron las paredes, el piso se desvaneció abajo mío, las estanterías temblaron, las luces empezaron a titilar, y hoy aprendo un poquito todos los días a vivir flotando en el vacío y a no tener nada de que agarrarme, porque eso implica un esfuerzo enorme pero cuando aprenda a sostenerme por mi cuenta, no va a haber forma de volverme a tirar. Y aprendí que vivir en un hueco de luces que titilan sin ritmo ni tiempo, puede también verse como un mundo de estrellas para vos sola, que te llena de sorpresas con cada segundo que pasa. Que es divertido intentar adivinar cual se va a prender después, que es la mejor práctica para aceptar la frustración y superarla porque nunca sabés, en una infinidad de posibilidades, cual puede tocar. Pero es mejor cuando sí adivinas.
Hoy lo leo y pienso que en ese momento no sabía disfrutar cada segundo y que no podía parar de pensar en el futuro, ahora pienso que cada milisegundo cuenta y no puedo parar de querer ese presente.
Antes de ese momento creía que tenía lo mejor que podía pedir y que tenía que luchar por conseguirlo, y después me di cuenta que estaba intentando enhebrar un elefante en una aguja. Pero encontré un hilo que, además de entrar, me mostró un camino totalmente nuevo y también supe que podía darle un buen uso al elefante (entiendan la metáfora, gente XD), si aceptaba que tenía que dejar de perseguirlo y mostrarle que podía acercarse, que ya no había peligro.
Esta vez no hay pajaritos, no hay una fuente ni autos pasando, no hay viento ni hay más ruido que mi teclado y alguien tocando la guitarra en la pieza de al lado, sin embargo en mi mente escucho todo eso, y vuelvo al día y lugar donde me sentía como hoy y a la vez tan diferente. Al día y lugar que, podría decirse, empezó todo.

No creo que seas conciente de la fuerza que tienen tus acciones y palabras, no creo que te des una idea de todo lo que ayudaste y todo lo que aprendí con vos, no creo que sepas ni te imagines cuánto quiero y espero seguir aprendiendo y cuanto necesito devolverte todo eso.. Y de alguna forma me gusta así, me gusta que no tengas idea del poder que tenés encima, porque es la única manera que tenés de aprovecharlo al máximo y no notarlo, y además es la mejor forma de no tentarte a usarlo mal.

Hoy pienso que cambió todo lo que había pero una sola cosa sigue ahí, la última linea es lo único que tengo ahora como certeza, y el resto se convirtió en vacío. Ya que aprendí a flotar y muchas veces me mantengo en pie sola, me merezco ese último pedido, el mismo de la otra vez.

(Si no se entiende nada, es porque nace todo de un post con fecha 19/1, que nunca llegó a ser publicado, pero sigue vigente y guardado por si un día se me ocurre sacarlo a tomar aire. No quita que cada cosa, aunque esté relacionada, tenga su individualidad también. Quizás el par de ojos que lo leyó esa vez todavía lo tenga a mano y entienda este. Quizás no, uno nunca sabe).

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