sábado, 5 de junio de 2010

Relato robado

Me gusta mucho este texto que encontré en el blog Incendiario, así que lo comparto con ustedes, fantasmagóricos (y/o no tanto) lectores. Enjoy!



Bailo solo

Si uno no quiere, dos no bailan. Así me dijeron.
Pero vos pensá que yo no puedo ir a decirle "megustásycreoquemepasaalgoconvos,
yasequenoteconozcoperobueno,
quequeresquehaga". Yo no puedo bailar con Él.


Ahora, si uno quiere, uno baila. Yo no necesito partener. O hago como que no lo necesito. O no sé, esto no es un pas de deux, no por el momento.

Entonces yo, viendo con los ojos cerrados, en mi más bello acto suicida, abro el cajón y les digo a mis sirenas que me canten. Y cuando sus voces femeninas, etéreas, metálicas, empiezan a zumbar en mis oidos, yo me subo a la nube de mi colchón y empiezo a bailar.

Con los ojos ya abiertos, pero ciegos, bailo solo. Bailo en el silencio de mi cuarto, en la intimidad de mi cuerpo. Y río. Río con todos mis dientes. Y lo llamo con toda mi boca. Solo, en la oscuridad cerrada.

Es ahí cuando empieza a morir la oscuridad. Y las antorchas, como llagas, en las manos de ese que en un momento supo incendiar la ciudad, poco a poco empiezan a evaporar su humedad. Muy sutilmente, como en renaissance, van iluminando la habitación.

Y yo sigo riéndome, drogado por el sonido, riéndome de las sirenas que creen que les tengo miedo. Y bailo, y lo llamo. Invento un tornado que aviva el fuego de mis manos.

Yo voy a incendiar la ciudad. Hallelujah.

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