lunes, 14 de junio de 2010

Fiction / non-fiction

Humo

No llamaba la atención, excepto por el pañuelo que llevaba en el cuello. No era ni elegante ni lindo, pero se hacía notar.
Bailaba ella y bailaba el pañuelo, de un blanco gastado y un negro arratonado, de nudos desarmados y vueltos a armar y de lluvias, vientos y soles vividos.
Poca noche, tenía el pañuelo, pero calle le sobraba. Y ella no era ella sin él. Era liviano sobre sus hombros y cálido sobre su cuello.
Bailaba el pañuelo y bailaba ella.
Tenían sed, ambos, y con esa excusa, se acercaron al chico que estaba apoyado sobre la barra. Haciendo de cuenta que no lo habían visto, se estiraron al lado suyo y le pidieron al barman un vaso de agua.
El chico de al lado les puso la mejor de sus sonrisas y les preguntó algo que no entendieron.
-Perdón?
-Que si te puedo pedir un favor enorme.
Mientras lo decía se acomodó una de las rastas, y volvió a sonreir. Por el brillo, se sintió como si se hubiera hecho de día en una milésima de segundo.
"Depende cual sea el favor..."; el pañuelo le tiraba letra y ella repetía, confiada.
-Como te llamas?
-Clara -eso lo respondió sin ayuda.
-Clara. Si me conseguís un pucho, no me olvido nunca más de tu nombre.
Sonrió de nuevo. Parecía no poder parar de hacerlo. Le hablaba demasiado cerca, como refugiandose de los ruidos del lugar.
-No fumo.
-Y tus amigos?
-Tampoco.
-Sos divina. Perdón, te lo tenía que decir. Tu pañuelo se hizo notar toda la noche -si hubiera podido, se hubiera sonrojado, él que se hacía el duro. -No me quería acercar antes, por si tus amigos se ponían celosos. Pero ya que viniste...
-Gracias. Perdoná, nos tenemos que ir.
Casi que tenía vida propia, el pañuelo. Ella hablaba en plural sin darse cuenta y señalaba a sus amigos, para disimular.
-Si querés te compro algo para tomar -el chico era insistente, además de lindo, y a ella le costaba negarse. Un zumbido en el oído la bajó a la Tierra otra vez.
-No tomo, pero gracias.
Con una mueca, casi una sonrisa, se dio vuelta y volvió con sus amigos. Estaban buscando sus abrigos para irse, pero no parecían tener apuro. Les pidió que la esperaran un minuto, y siguiendo una brasa, se deslizó sigilosa hasta el fondo del lugar. Siguió tras la brasa hasta que los perdió de vista. El pañuelo parecía contarle un plan que ella llevaba a cabo a la perfección.
-Disculpá, tenés fuego?
El ente portador de la brasa frenó en seco y se dio vuelta. La miró de arriba a abajo, escéptico. Sacó un encendedor del bolsillo y lo prendió.
-Y qué prendo?
-Ah, eso, también. No tendrás un pucho?
Sonrió de costado, casi maliciosa. No pudo evitarlo. Se acomodó el pañuelo, después el pelo, y puso cara de nena buena.
-Te lo merecés?
Lo que le faltaba; tener que actuar para conseguir algo que ni siquiera sabía usar. "Quién me manda?" pensó.
-Por supuesto. La más grande de las sonrisas, falsas, claro, las que mejor le salían, dibujó sus facciones y parece, dió resultado. En ese momento nació una nueva brasa. Ella, misión cumplida, giró sobre sus talones y la guió hasta sus amigos. Les dijo que estaba lista.
Caminaron hacia la puerta.
Hizo una pasada por al lado de la barra, humo en mano, estiró el brazo y el dueño de las rastas pareció derretirse y convertirse en una masa gelatinosa mientras estiraba el suyo para recibirlo.
Sin decir una palabra, con un gesto que rozaba entre la autosuficiencia y la arrogancia, ella y el pañuelo siguieron su camino y llegaron a la puerta, su destino final.
Cruzaron.
Sus amigos la esperaban afuera.
-Que fue eso?
Suspiró.
-Es que... era tan lindo.



After all, how many times can a heart be mangled, and still be expected to keep beating?


He held still. He looked at her, whose determined expression and black, deep eyes seemed like be burning in fire.
His movements were soft but decided, like the tamer who is coming closer to a beast. He was a man, he told to himself. He could handle this.
She was looking at the floor, lost in the lines of it. She dared not to look at him. He came closer, and closer, holding his breath, and when he was close enough, put her arms around here and leaned over a bit.
She took a deep breath. The deepest she had ever took, she thought to herself and she internally laughted. But outside, she couldn't make a move. Paralized, she kept breathing, trying to get all the air that she could catch, as if the world were going to run out of it and she wanted to take as much as she can. Her chest was full, not only with air, and that was keeping a distance between them. It was comforting, and at the same time, painful.
-God, you make me feel so alive. - She spoke slowly, and in her voice, you could tell, thousands of needles were travelling, with the only aim of penetrating her skin, her lungs, her heart, her soul. - So much that it hurts.
She felt her eyes going wet and wanted to control it. It was already a dangerous move, as to worsen it with tears.
She took another one of those deep breaths, she wanted the air to get to her bones and wrap them up, otherwise, she felt, they were going to disolve and she would collapse. She spoke again.
- And life is already too painful without you there. I'm not sure I can feel that much and still get out of it alive.
Tears were coming out already, making their way through her cheeks and the corners of her mouth, dancing happily around her neck. She didn't even noticed. For that she was too busy, feeling.
She couldn't say another word. Neither could he. They stayed up, one against the other, each trying to keep their own feet on the land, which wasn't there anymore. The walls were gone too, and so was the roof. They were only held in that position only due to the effort the other one was doing, in order not to fall. They were like floating in a sea of extremely aching. Thoughts and sensations, into their minds, were killing them slowly. They were alone, but at least, they were together.
Some sort of electricity hit them everytime they remembered who they were with.
They couldn't feel anymore.
But at least, they had each other.

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