Gracias por no dejarnos ser, por poner a tiempo el freno de mano, por no ver lo que tenías adelante de la nariz, por ser cobarde y precavido. Por no saber aprovechar la oportunidad que tuviste y rumbear por la vida sin la mitad de lo que podías haber tenido.
Si hubieras sido real, jamás habría tenido lo que más feliz me hace.
De corazón, gracias.
Hoy te perdoné.
viernes, 22 de abril de 2011
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