jueves, 31 de marzo de 2011

(aviso)

Y de paso, consecuencia de lo contado en el post anterior, revisando los borradores encontré muchas cosas que merecen la pena (o quizás no pero eso no lo deciden ustedes) ver la luz de una vez.
Asíque las próximas 5 entradas, por lo menos, van a ser una suerte de refritos de alguna vida anterior. Una vez que regularice mi situación en esos respectos, volverán las cosas actuales. Sepan comprender.

Recuerdos lejanos, secretos que cuando me acerco desaparecen

Como sé que MUEREN por saber como anda mi cáctus, y si seguí alimentandolo luego de que mi blog dejó de recordarme que lo haga, vengo a contarles que está de maravillas (o eso creo). Me lo olvidé en Tornquist hace un par de semanas pero confío en que le está yendo bien. Ansío reencontrarme con él pronto.

Mentira, sé que odian al pobre animalito. Digo, la pobre plantita.

Un buen amigo al que cariñosamente apodamos cara de pito me hizo extrañar pasar horas o minutos de mi tiempo tecleando para Salinicious.

Pero la verdadera razón por la que vine es porque hoy al mediodía terminé de ver la película Away from her. Y lejos de tener intenciones de contarles de que se trata o algo así, simplemente sucedió que la película me recordó porqué tengo un(os cuantos) blog(s).

No sé si exista un nombre para lo que me pasa, como lo hay para tantas otras fobias. No sé si el miedo a perder la memoria tiene un nombre científico de probablemente raíz griega o si es todavía un indocumentado. No sé si soy la única o a todos les pasa, o nomás a unos pocos. Pero la realidad es que hace mucho tiempo empecé a escribir, a dejarme mensajes sobre quién soy y las cosas que me fueron construyendo poco a poco cada partecita de mi personalidad.
Escribo sobre aquellas cosas que al momento en que suceden no dejan registro escrito en ningún lado, pero que podrían resultarme significativas en un futuro si bien no ahora. Escribo sobre las personas, por si acaso un día necesito recordar que hizo que lleguemos a ser tan amigos, o a distanciarnos tanto. Escribo lo que pienso, para poder chequearlo cuando siento que cambié de idea.
Escribo porque creo que nadie tiene más derecho (ni va a tener nunca más razón) a contarme las cosas que me pasaron, que yo misma. Y si acaso un día llegara a olvidarlas, nadie tiene más credibilidad. Como confiar en alguien de quien no me acuerdo?

Entonces lo supe y lo vi tan claro como otras veces: no puedo dejar de contarme a mi misma lo que viví, porque no podría perdonarme si me olvidara.
O acaso si perdiera la memoria, me olvidaría también de que tenía miedo de perderla? Me olvidaría de cuánto pensaba que me iba a enojar?
Prefiero no arriesgarme.

Welcome back, myself.