miércoles, 24 de noviembre de 2010

Otra ronda de paciencia! Esta vuelta invito yo.

Hace años descubrimos, con ojitos cansados pero pintados por el pincel de la adolescencia, que hace brillar de emoción cualquier superficie, que nuestra vida se resumía a esperar. Esperar simplemente. Quien sabe qué. Cosas, gente, momentos. Esperabamos, y cuando llegaba el día y el lugar, ya nos habíamos conseguido una nueva meta, algo nuevo que esperar.
Algunos podrán pensar que era una buena forma de evitar aburrirnos, tener siempre algo que esperar llena tus días con una ansiedad que no se consigue en lo de tu kioskero de confianza, ni en el supermercado más grande de tu ciudad. Si, tiene ese gustito a lo dramático y por otro lado te hace la persona más feliz. Siempre que lo que esperes sea algo bueno, claro, tiene gusto a heróico, porque llega eso que querías y te sentís superpoderoso, sabés lo que te costó mantenerte cuerdo todo este tiempo, deseando que llegue, buscando otra cosa en que pensar, otras ocupaciones y preocupaciones, inventando actividades que no estaban en tu agenda, intentando mentener la mente en otro lado pero sabiendo, vos y sólo vos (y las 150 personas a las que le quemás el bocho cada vez que te las cruzas) que te levantás pensando en eso, te acostás pensando en eso, y todo lo que hacés lo hacés por eso. Básicamente, vivís para eso. Y por esto digo que mi vida se resumía a esperar. Era siempre vivir por un "eso".
No vale demasiado la pena ahondar en cuales eran mis tipos de "eso", pero si es necesario destacar que fueron mutando. Con el tiempo, ciertos "esos" dejaron de tener importancia para mí; ciertos otros parecen haberme tragado cual monstruo gigante que se cruza a un delicioso niño en el medio del bosque, solito y bañado en chocolate. Glup!
Antes, en esa época en que los ojitos cansados brillaban igual, esperaba con ella. Si, me había conseguido una compañera de esperar, o algo así. Además de ser practicamente mi única amiga, una de mis más antiguas y una de las que más quiero, hay que sumarle los litros y litros de paciencia que tuvimos que tomarnos mientras nos sentabamos a esperar, usualmente las mismas cosas. Pero también a veces esperabamos juntas algo que a sólo una de nosotras le interesaba, nada más porque la siguiente vez iba a ser al revés y es lindo esperar acompañado.
Me acordaba de ella y de ese karma que supimos cargarnos al hombro hace muchos años ("Te das cuenta, boluda? Esperar. Siempre es esperar.") mientras te espero.
Si, no cambió nada.
Ahora espero sóla, o espero con vos, pero sin vos al mismo tiempo.
Dejé en un cajoncito las mil y una cosas por las que supe esperar, porque ya no podía con todo, si tenía que sumarle esperarte. Y mirá que he esperado. Mirá que hubo momentos (casi todos) en los que el tiempo parecía eterno, el aire se hacía pesado, y dormir para olvidar ni siquiera era una opción (porque todos sabemos cómo la mente es traicionera, se mete en nuestros más tranquilos pensamientos tirando bombas y poniendo carteles, escribiendo con aerosol nuestras propias paredes y derrumbando puertas; todos sabemos que somos vulnerables en nuestros sueños y ella, la que más está al tanto, se aprovecha haciendonos aparecer eso que tanto esperamos, tan real que nos despertamos creyendo que ya pasó todo y no sabemos que es peor, que todavía falte o habernoslo perdido).
Pero no hay nada que se compare a ésta espera. No hay nada que puedas poner en la balanza del otro lado, ni aún juntando las esperas de los últimos 3 años pueden contra el peso que tenés, que tiene esperarte.
Y es que me estoy haciendo vieja en esta espera, parece. Y es que no hay demasiados remedios cuando cada vez hay menos cosas que hacer y el tiempo corre a velocidad caracol. Y es que no quiero dejar de esperarte, dejar de saber que cuando llegue ese día nos vamos a mirar (porque vos estás igual que yo) con la sonrisa del héroe vergonzoso que sabe que hizo algo terrible pero es demasiado humilde para admitirlo. Sé que vamos a abrazarnos, casi no por sostenernos sino para saber realmente que el otro es de verdad, que está ahí, que ya no hay más nada que esperar, y que la próxima vez al menos vamos a esperar juntos. Porque desde que no espero con ella, caí en la cuenta de que nada es mejor para las esperas que un compañero de espera.
Nada mejor que sentarse, compartir un vasito de paciencia y esperar, mirar juntos para el mismo lado, la mirada perdida, visualizando "eso". Y quemarnos la cabeza mutuamente con las mismas cosas que el otro ya sabe, ya dijo, ya piensa y ya siente.
Y llegar a ese momento con una espera bajo la manga.
Quien dijo que la vida es aburrida?
Que se consiga algo por lo que esperar.

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